Escribir acerca de experiencias de la Economía Social y Solidaria para mí ha significado descubrir otras posibilidades de riqueza centradas en el tejido fino que las relaciones entre las personas pueden formar. Redes resistentes que se acompañan en momentos de goce y dificultad. Crecer y caminar, lento pero seguras. Apreciar a la madre tierra.
Recuerdo perfecto la primera vez que hablé con mi tutor de mis estadías de verano, en ese momento pensaba que mi mejor opción era enfocarme hacia lo financiero para poder lograr la -sostenibilidad- de la Cooperativa que acompaño. Sin embargo, en esas mismas conversaciones guiada por preguntas, curiosidad y motivaciones personales pronto descubrí que mi experiencia en este recorrido tenía que estar dirigida por el -buen vivir-. Fue así como llegué a Colombia.
Fueron 3 semanas donde viví compartencia, café, tierra, pensamiento de corazón, alimento medicina y juntanza. Fue como si me hubiesen prestado un par de anteojos para ver otros matices en los colores de la tierra y un par de audífonos con gran amplitud para escuchar historias que nunca me imaginé encontrar.
Durante la primera semana tuve la oportunidad de compartir con alumnos de la escuela de economía y trabajo social de la Universidad del Quindío en Armenia, ahí mismo, en una de esas aulas conocí a Rubén Darío un profesor de la Universidad quien coordina un programa social llamado -Pan Rebelde- tuve la suerte que en la semana había organizado uno y me invito a participar, de lo que pude atestiguar, este programa consiste en crear un lenguaje en común con la otredad a través de los alimentos, la mejor comida Colombia sin lugar a dudas la probé en este momento. Me reí como nunca y aprendí de las decisiones políticas que se toman cuando elijes o no consumir cierto tipo de comida.
La segunda semana mi movida fue más en campo, el IMCA ubicado en Buga de Guadalajara fue mi casa, desde que llegué todo el equipo me contó acerca de su quehacer en las comunidades. Recuerdo que lo primero que llamo mi atención fue la forma en cómo se narraban a través del territorio todos me contaron de las cordilleras que atravesaban el valle de Cauca y como éstas narraban historias de movilidad e intercambio entre las comunidades. Al pasar de los días conocí diferentes proyectos que me hicieron reconstruir el concepto de -sostenibilidad- ya que, si bien el dinero es una condición necesaria dentro de cualquier tipo de empresa, ¿Cómo construimos espacios para que la sostenibilidad habite en territorios donde la tierra y los afectos están puestos al centro? ¿Cómo cuidamos esas otras formas de riquezas?
En esta misma semana, también tuve la oportunidad de conocer al grupo de cacaoteros Chocoguayabal quienes en una conversación citaron lo siguiente˸ “La unión, nos acompaña para comprendernos a la hora de trabajar, somos honestos. La unión para nosotros es compartir, confianza, años de conocernos, transparencia, amor al trabajo y el chocolate, otra fuente de ingresos, familia, amistad, solidaridad y celebración.”
Otro momento cúspide de mi visita fue cuando le pregunté a Disney ¿De qué se sentía orgulloso? Quien, sin dudar, me contestó: “De ser campesino, soy campesino desde antes de nacer”
Para este punto de mi visita, deseaba enormemente que los días me durarán más, lo que tenía enfrente de mi eran historias contadas en clave dignidad. Otras riquezas con infinitas posibilidades. Saberes de los abuelos y abuelas. Alimentos deliciosos y sanos.
Disfruté y aprendí cada día de mis estadías en Colombia, cada persona que conocía sentía que me ofrecía una semilla para sembrar de alguna forma u otra en la cooperativa que acompaño. Mi bolsa regresó a Oaxaca llena de ellas.
Las alfareras en Oaxaca y los campesinos en Colombia tienen el trabajo con la tierra en común, sus saberes pasaron por muchas generaciones y resistieron a muchas luchas. Y aún con muchas empresas en contra, han sabido caminar lentas pero seguras. Hoy más que nunca siento una tremenda admiración por cada persona que siembra y comparte semillas con otras. Siento mucho orgullo de ser parte de la Cooperativa Somos Barro 1050. No cabe duda que en todos los rincones del mundo. Todas Somos Barro.
Texto y fotos: Sindy Ruiz Cheluja
Estudiante de la segunda generación de la Maestría en Creación y Desarrollo de Empresas Sociales y Solidarias.
Esta experiencia forma parte del programa de la Maestría en Creación y Desarrollo de Empresas Sociales y Solidarias, donde las y los estudiantes visitan experiencias relacionadas con sus propios proyectos con el objetivo de ampliar su mirada y profundizar su actuar en colectivo.
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