- Académico de la IBERO habla en webtalk sobre la ‘Democracia y participación en la Empresas de la economía social y solidaria’
El desempleo provocado por la crisis del COVID-19 lo están enfrentando las empresas de la economía social y solidaria (ESS) tratando de no despedir a las personas e intentando reubicarlas en diversos proyectos que tienen, mencionó el doctor Manuel Ramírez Casillas, académico de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
Así lo dijo el docente, adscrito al Centro Internacional de Investigación de la Economía Social y Solidaria (CIIESS), durante la webtalk ‘Democracia y participación en la ESS’, organizada por la Escuela de Emprendimiento Social e Innovación (EDESI) de la IBERO.
Ser lo más solidarias con las y los empleados, y no despedirlos, de acuerdo con sus condiciones económicas, es posible porque en las direcciones de las empresas sociales solidarias hay personas que están interesadas en eso.
Para ejemplificar lo anterior, el Dr. Ramírez recordó que en la crisis económica y financiera global del 2008-2009, las grandes cooperativas a nivel internacional lograron contener el desempleo, en la medida de lo posible, al no correr mucha gente, sino al intentar una reagrupación.
Resaltó que, una de las cuestiones que ha hecho del cooperativismo uno de los movimientos más fuertes es el ahorro; ahorro que es asimismo una de las actividades socioeconómicas clave que integran a la economía social y solidaria.
Indicó que es interesante señalar algunas de las principales características de la ESS, porque muestran su complejidad. Entre esas particularidades se encuentran la interculturalidad y el interclasismo, que dan cuenta de que la economía social y solidaria “no es una respuesta nada más de los obreros o los trabajadores; es una respuesta de campesinos, indígenas, amas de casa, clase media, etcétera”.
Otra cuestión mostrada por la ESS es que, a diferencia de lo que creen los teóricos neoliberales, la economía no queda atrapada solamente en la economía, y lo económico no se explica nada más por lo económico; sino que la economía social solidaria tiene eminentemente un carácter social.
La ESS trata de mejorar las condiciones de vida de las personas a partir de una lógica individual-colectiva, por eso, en el caso del coronavirus, unas de las primeras defensas contra esta crisis han sido las redes familiares y las redes comunitarias. “Esto implica que en la economía social solidaria por eso hablemos de circuitos sociales de carácter solidarios, pero también de empresas social-solidarias”.
Bajo otro concepto clave que ha venido emergiendo, el del ‘buen vivir’, la ESS ha abierto la esperanza de que el modelo capitalista puede dejarse a un lado y puede emerger otra manera de ver la vida, y en ese sentido, el buen vivir podría ser un camino para encontrar ese otro proyecto civilizatorio y ese otro modelo económico muy distinto al capitalista.
“Por eso es clave la economía social solidaria también, porque en una vieja tradición de lucha, de estrategias políticas desde el siglo XIX, y quizá desde antes, pero cuando menos desde el siglo XIX, el gran debate que siempre se ha dado es que toda lucha de los movimientos sociales pudiera superar su ámbito inmediato y proyectarse hacia un futuro, es decir, proyectarse no en términos mecánicos, sino más bien a la búsqueda de una sociedad distinta”.
De ahí que el académico del CIIESS consideró que sería indispensable pensar en una rearticulación de la ESS con una agenda y programa de cambio social. “Por sí sola, la economía social solidaria va en camino de ser una economía alternativa; pero se requiere de que ésta esté articulada a una perspectiva de un mundo distinto. Y esto tiene que ver con el fortalecimiento del sujeto, de los actores que la promueven, y con una idea básica, que es tener una identidad, un proyecto”.